De la sociedad disciplinaria a la sociedad del rendimiento
La sociedad de este siglo ya no es disciplinaria, es lo que Byung Chul-Han llama sociedad del rendimiento.
Este cambio social tiene que ver fundamentalmente con tres cuestiones: el poder, la obediencia y la producción.
Con respecto al poder, ya no rigen los análisis Foucolianos sobre la sociedad pasada.
Mientras que la sociedad disciplinaria es una sociedad basada en la negatividad, cuya característica es el “no-poder” o “el deber” del cual se genera la obligación. La sociedad del rendimiento esta basada en la positividad, en el “poder” sin límites que se expresa en el plural afirmativo Yes we can
A la sociedad disciplinaria todavía la rige el no. Su negatividad genera locos y criminales. La sociedad del rendimiento, por el contrario, produce depresivos y fracasados
Byung-Chul Han (2020, p. 26)
Este cambio tiene que ver con la cuestión de la obediencia, la disciplina y la producción.
A partir de cierto punto de productividad, la técnica disciplinaria, es decir, el esquema negativo de la prohibición alcanza de pronto su límite. Con el fin de aumentar la productividad se sustituye el paradigma disciplinario por el de rendimiento, por el esquema positivo del poder hacer […] La positividad del poder es mucho más eficiente que la negatividad del deber. De este modo, el inconsciente social pasa del deber al poder.
Byung-Chul Han (2020, p. 27)
No obstante, conviene señalar que este “poder” no anula el deber, de la sociedad disciplinaria. Sino que eleva el nivel de productividad de esta. No existe, por tanto, una ruptura entre deber y poder, sino una continuidad.
En este conflicto es donde aparece la Depresión por agotamiento [1] no como imperativo de pertenecer a uno mismo sino por la presión por el rendimiento. Según el autor, es más que uno mismo quemado, es un alma quemada.
Allí donde el mandato y la prohibición de la sociedad disciplinaria ceden ante la responsabilidad propia y las iniciativas. Lo que enferma no es el exceso de estas, sino el imperativo del rendimiento.
En este sentido, se relaciona con la idea del hombre soberano de Nietzsche del que nada hay por encima de él que pueda indicarle quién debe ser, porque se considera dueño de si mismo.
Este tipo de ser humano que está a punto de convertirse en una realidad de masas ya no es ningún superhombre soberano, sino el último hombre que tan sólo trabaja. Este animal laborans, se explota a sí mismo, voluntariamente, sin coacción externa. Él es, al mismo tiempo víctima y verdugo.
La depresión se desata en el momento en que el sujeto de rendimiento ya no puede poder más.
El lamento del individuo depresivo, «Nada es posible», solamente puede manifestarse dentro de una sociedad que cree que «Nada es imposible». No-poder-poder-más conduce a un destructivo reproche de sí mismo y a la autoagresión.
Byung-Chul Han (2020, p. 30)
El sujeto de rendimiento es soberano de sí mismo y, por lo tanto, no está sometido a nadie, sólo a sí mismo. La supresión de un dominio externo no conduce a la liberta; más bien hace que libertad y coacción: la libertad de maximizar el rendimiento.
La autoexplotación es mucho más eficaz que la explotación por otros, pues va acompañada de una sensación de libertad
Byung-Chul Han (2020, p. 31)
Víctima y verdugo son la misma persona lo que genera una autorrenferencialidad que crea una libertad paradójica que en última instancia crea violencia. Las enfermedades psíquicas de esta sociedad del rendimiento son el síntoma de esta libertad paradójica.
Notas
[1] Aquí Byung Chul-Han sigue de cerca los análisis de Ehrenberg