Hombre y libro

Menos rollo y más pedagogía y didáctica

Este es un post que llevo bastante tiempo queriendo hacer pero que por un motivo o por otro, siempre he ido postergando. Por casualidad, el otro día @salvaroj abordó el tema en uno de sus posts y hace un par de días @edukrator y yo, nos vimos arrastrados a una discusión en twitter sobre el mismo (discusión que sigue a día de hoy por derroteros ya cada vez más extraños 😛 ). Así que eso me ha servido de detonante para lanzarme a hacerlo 😀

Ahora que, quizás gracias a la LOMCE (algo tenía que tener de bueno), ha vuelto el debate educativo a estar en boca de todo el mundo. Han aparecido de nuevo los discursos anti-pedagógicos. Digo han aparecido de nuevo, porque ya en su día se organizó cierto revuelo cuando se público en El País “La estafa del enseñar a enseñar”  al que contestaron Gimeno y otros pedagogos (He de decir que aunque me encanta Gimeno, la respuesta me pareció demasiado suave) con otra publicación en el mismo medio “En defensa de la pedagogía”

Estos discursos antipedagógicos son fácilmente reconocibles:

  • En primer lugar suelen hacerlos personas que no han estudiado pedagogía ni didáctica (más allá de un antiguo CAP o el nuevo máster de profesorado) son licenciados-as en algún otro área, y se encuentran dando clase en algún instituto o en la Universidad.
  • Aluden para suplir sus defectos formativos en cuanto a pedagogía y didáctica, a su experiencia (sea la que sea 10/20/30… años dando clases)
  • Atacan a la pedagogía y la didáctica por dos frentes bien claros: uno afirmando que para impartir clase no hacen falta y otro diciendo con rotundidad que la pedagogía va en contra de la famosa cultura del esfuerzo y que de ahí los problemas de rendimiento académicos del alumnado. Culpan a estas, de ser demasiado blandas con el alumnado y, de casi todos los males de la educación.

Como puede verse nada nuevo en el horizonte; la “pedagogía” (por llamarla de alguna forma) más rancia y más tradicional al servicio de un interés propio y que sin ser yo muy de psicoanálisis, me hace pensar en qué diría el amigo Freud al respecto.

Dicho esto, he de reconocer que es un discurso pegadizo, fácilmente asumible por cualquiera, si no te paras a analizarlo detenidamente.

Voy a ser muy claro a partir de aquí: me parece una vergüenza, que un señor o señora que se dedica a la formación y/o a la educación haga de forma pública y sin pudor ninguno, declaraciones del tipo: “la pedagogía no sirve para nada”. Para que se vea la gravedad del asunto vamos a trasladarlo a otro ámbito: Yo me imagino tumbado en una camilla de hospital, y un médico a punto de operarme, bisturí en mano. Cuando le pregunto:

oiga ¿cómo va a operarme de apendicitis? ¿Por la zona abdominal?

si la respuesta del médico fuera:

No hombre, esto de la anatomía no vale para nada, tú déjame a mi que yo te voy a cortar por el cuello y luego voy bajando…

Creo que mi única respuesta sería salir corriendo del quirófano, si la sedación me lo permitiese.

El mismo caso me pasaría con un arquitecto que me estuviera diseñando una casa y al preguntarle

¿oiga dónde va a poner los pilares?

me contestara

no se preocupe si esto de la física no vale para nada, yo le voy poniendo pilares donde yo vea, que en mi experiencia nunca se me ha derrumbado una casa (todavía).

Pues eso, la pedagogía y la didáctica son para la educación lo que para la medicina la anatomía y para la arquitectura la física; algo así como sus “ciencias madre”. Pero como en esto de la educación, todo el mundo puede hablar y sentar cátedra sin haber estudiado pedagogía ni didáctica -y pueden dar clases-, parece que no son importantes.

Yo les diría a los antipedagógicos -que suelen llevar por bandera los males de la educación actual- que en lugar de demonizar al alumnado, de centrarse en el dichoso rendimiento académico (que cruz esta 🙁 ), y de culpar a la pedagogía y la didáctica de todo, se dediquen a estudiarlas y ponerlas en práctica, que lo mismo así, sí que mejoraba la educación.

La otra cuestión es la de la experiencia. Esta ya, por qué no decirlo, me toca hasta las narices. A ver que yo me aclare, un señor o una señora que -con suerte- ha estudiado algo de pedagogía y didáctica de refilón; justifica su actitud antipedagógica en base a su experiencia, ¿no? Pues si la experiencia es lo único que hace falta, vamos a quitar todas las carreras universitarias.

Yo siempre he querido ser piloto de avión, que me den un avión y ya iré yo aprendiendo a volar, conforme vaya adquiriendo experiencia… ¿os montáis conmigo?

Lo voy a decir muy claro también: ¿es valiosa la experiencia? Pues mire usted, depende, 40 años leyendo el libro de texto es una experiencia que no sirve de nada, ahora bien, 40 años haciendo cosas interesantes con el alumnado, participando en proyectos de innovación, investigando, etc. Son una experiencia cuyo valor formativo no tiene precio. Pues eso, que cada cual haga examen de conciencia.

La siguiente cuestión tiene que ver con aquello de que la ignorancia es muy atrevida. Me explico: Señores y señoras que no han tocado un libro de pedagogía ni con un palo, vienen a dar lecciones de cómo se debe hacer -o peor- de porqué no se debe hacer pedagogía.
A ver, aquí ya ni voy a entrar, más que nada porque lo que me molesta es que me podían haber avisado antes. Después de hacer tres años de magisterio, dos de psicopedagogía, un doctorado en didáctica, más todas las investigaciones educativas en las que he participado y todo lo que he leído al respecto… no sirven para nada, ya que ellos y ellas hablan y sientan cátedra más que yo o cualquier otro profesional igual de formado en pedagogía y didáctica… Resulta que podía haber estado tomando cervezas con los colegas durante todo ese tiempo y podría hablar con la misma contundencia sobre esos temas.

Pero lo grave no es todo esto, yo entiendo que todo el mundo puede opinar (otra cuestión es qué opiniones están argumentadas, cuáles no y en base a qué). Lo grave de verdad, es que a estos “discursos” (no se que nombre ponerles) se les publica en editoriales y medios de comunicación y se les da soporte y credibilidad.
Y mira que tengo claro que la educación, por su idiosincrasia, tiene que ver con el poder y, por tanto, crear opinión sobre esta interesa. Pero no deja de asombrarme el papel de los medios de comunicación. En algún momento alguien tendría que pedirles explicaciones. Cómo han pasado de ser los vigilantes de los poderes a sus siervos más fieles… así nos va.
Para finalizar, una autocrítica y una reflexión. Por supuesto que la pedagogía tiene mucha culpa de lo que le pasa; durante mucho tiempo se ha dedicado y se dedica a estudiar discursos y a proponerlos de forma que son “cuánto menos” poco aplicables a las aulas. Pero eso ni es mal exclusivo de la pedagogía (más bien de toda la enseñanza superior) ni desacredita a toda la pedagogía.
Como reflexión, vamos a ser serios, para criticar algo con contundencia y osadía, hay que conocerlo. Así que… menos rollo y más estudiar, leer y poner en práctica pedagogía y didáctica. Así se transforma la educación y no aplicando la misma receta de hace 40 años per saecula saeculorum

 

Maestro en Audición y Lenguaje. Licenciado en Psicopedagogía y Doctor en Educación por la Universidad de Málaga. Actualmente soy Profesor en el Departamento de Didáctica de la Universidad de Málaga, pase 6 años como profesor de Didáctica en la Universidad de Cádiz.

Site Footer