Niño en bicicleta

De mayor quiero ser maestro

Anoche ví en LaSexta el programa “Salvados”. Es un programa que suelo seguir, pero especialmente anoche ya que el tema era la educación. Tal y como suelo hacer normalmente, me dedicaba a twittear mientras veía el programa. Cuando en uno de los momentos hicieron mención al asunto de la vocación como elemento imprescindible de la profesión docente.

Si bien el programa me gustó bastante -desde aquí mis felicitaciones a Jordi Evolé, hacía tiempo que quería un Salvados de educación- entre algunas de las cosas que no estaba de acuerdo, se encontraba ésta: el asunto de la vocación que yo suelo enfrentar con el término profesionalidad.

Cuando twitteé sobre el mismo, varias personas mostraron su desacuerdo con el tema.

Así que me dije, ¿por qué no explayarme mejor sobre el tema en el blog que no tengo la limitación de 140 caracteres? Y en eso mismo consiste el post de hoy 😀

En primer lugar, ¿qué es eso de la vocación? Según la RAE, tenemos las siguientes acepciones:

vocación**.**

(Del [lat.]( «latín, latino o latina»)vocatĭo, -ōnis, acción de llamar).

1. f. Inspiración con que Dios llama a algún estado, especialmente al de religión.

** 2.** f. advocación.

** 3.** f. coloq. Inclinación a cualquier estado, profesión o carrera.

** 4.** f. ant. Convocación, llamamiento.

La primera de ellas no la vamos ni a discutir. No me siento con fuerzas para empezar un debate sobre si hay un Dios que guía nuestro destino. Y la otra opción que queda es que estemos predeterminados genéticamente.

Hasta dónde yo sé hemos descifrado el génoma humano y no hemos encontrado el “gen del buen maestro-a”. Los-as partidarios-as de esta idea me dirán “No, eso no, pero si es verdad que ciertas actitudes y aptitudes ayudan para ser un buen maestro-a”. Y yo les diría, efectivamente… cuando la comunidad pisco-pedagógica alcance acuerdo sobre cuáles son, podemos sentarnos a hablar… hasta entonces… nada de nada. Pero además, ¿no es en la Universidad, donde formamos a los profesionales, donde debemos desarrollar dichas actitudes y aptitudes?

Respecto a la tercera acepción – la que usamos normalmente-. Ésta suele acompañarse en muchas ocasiones de “en educación”. Es decir, parece que especialmente en educación, el tema de la vocación es imprescindible.

Yo, me vais a disculpar, soy más de o jugamos todos-as o pinchamos la pelota. ¿Por qué en educación es imprescindible la vocación? ¿Qué tiene la docencia que no tengan el resto de profesiones? ¿No es igual de imprescindible la vocación para ser,… no sé… podólogo-a?

En segundo lugar, supongamos -y ya me parece mucho suponer- que una persona está firmemente ilusionada por trabajar en un campo profesional determinado que la apasiona desde chica – yo personalmente quería ser astronauta, ¿esa era mi vocación?-. Muy bien. Primero, eso no garantiza que vaya a ser una buena profesional (ya que no implica que tengamos aptitudes y actitudes para ella). Y segundo, ¿cuándo se manifiesta esa “vocación”? Porque nuestro alumnado tiene que decantarse por una carrera a la temprana edad de 17-18 años (eso sin contar que antes han tenido que elegir itinerario que les permite hacer una u otra carrera). Así que entiendo que, supuestamente, casi siendo un niño-a debemos sentir la llamada de la vocación. En serio, ¿alguien se cree esto???

Yo creo que a lo que nos referimos cuando hablamos de vocación es a que *nos gusta nuestra profesión. *Pero esto, plantea dos problemas: el primero de ellos es que no está recogido en la RAE como acepción de vocación. Y el segundo, es una cuestión temporal. Me explico, ¿acaso no necesitamos conocer la profesión para que nos guste? ¿No empezamos a conocer una profesión de verdad cuando nos estamos formando en ella?. Quiero decir, a mi puede gustarme mucho la medicina, porque me encanta la serie House y tengo una idea determinada de como sería ser médico. Pero no es hasta que empiezo a formarme y comienzo a comprender cómo es realmente ejercer de médico, cuando me gusta o por el contrario me disgusta ejercer mi carrera.

Si aceptamos esta idea, ¿dónde está la vocación? ¿Dónde reside su importancia?¿He de ir empezando carreras y dejándolas hasta que de con la que me viene por vocación?

No, yo creo que la cuestión está en la profesionalidad. Que según la RAE es:

Cualidad de la persona u organismo que ejerce su actividad con relevante capacidad y aplicación.

Porque esto es lo que debemos exigirle a los-as profesionales de todos los ámbitos. Que realicen su profesión de una forma capaz y comprometida.

Yo entré a estudiar Magisterio por no estar un verano entero dedicado a estudiar de nuevo la selectividad. Siempre quise ser médico y, sin embargo, soy un enamorado de mi profesión actual y, creo, que en la medida de mis posibilidades muy comprometido con la educación. ¿Soy peor maestro porque no tuve vocación? ¿Me excusa eso a la hora de desempeñar mi trabajo?

La clave de este asunto está en exigir profesionalidad. Que los-as médic@s, maestr@s, camarer@s, arquitect@s, banquer@s,… Se tomen su profesión con respeto, compromiso y con la firme intención de hacerlo lo mejor posible. Esto nada tiene que ver con una inclinación a una profesión o con una llamada divina-genética para ser algo concreto en la vida.

Porque yo el día de mañana cuando esté en la mesa de un quirófano, lo que querré del- de la medico-a que me opere es que sea un profesional y haga bien su trabajo. Me importa bien poco si la sintió -y cuándo- la llamada divina, si no le gusta su trabajo, si está descontento con lo que cobra o si sólo va a trabajar porque le pagan aunque odie su trabajo. Espero que sea profesional y haga su trabajo lo mejor posible, que es por lo que cobra.

Y exactamente lo mismo le pido a los-as docentes: No me importa si tienen o no vocación, si están allí por la paga, por las vacaciones, o por el horario. Lo que les pido es que hagan su trabajo como deben: bien, profesionalmente.

Todo lo demás son discursos vacíos, que aluden a conceptos etéreos, poco claros y que a mi no me ayudan a valorar quiénes serán o no buenos profesionales.

Además una reflexión para casa ¿no estamos en las unversidades, dónde se forman los futuros profesionales, en parte, para despertarles ese interés por su profesión o sólo es importante darles teoría? ¿Por qué entonces hay un discurso tan amplio sobre el tema de la vocación y que habría que exigirla? ¿Cómo se detecta esta vocación para la selección de futuros-as profesionales? ¿Con un examen?… No será, digo yo, que cuando exigimos vocación ¿estamos reclamando alguna otra cosa??

Maestro en Audición y Lenguaje. Licenciado en Psicopedagogía y Doctor en Educación por la Universidad de Málaga. Actualmente soy Profesor en el Departamento de Didáctica de la Universidad de Málaga, pase 6 años como profesor de Didáctica en la Universidad de Cádiz.

Site Footer